Confieso que he volado. De mis dedos salen los mantos humeantes. Esos que me quitan el aliento y me dan graznidos de mar. Una manta de lechuzas me abriga en este frío otoño. Una daga camina por mi sangre; haciéndola hervir en danzas.
Quiero caminar junto a tu lado, mirando el atardecer de mi ventana. Atrapando los pétalos con agujas de china.
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