miércoles, 1 de diciembre de 2010


Pierdo el tiempo en disonantes catalogaciones, sucios pensamientos sobre el desván. Soy un milagro de la intelección, una quimera descalabrada que se apaga con el movimiento de los lápices. Voy en errante viaje  hacia el fracaso;  un sombrío atardecer que pronto llegará. Ruego a los cuatro puntos cardinales para evitar lo inevitable; sopesar las mentiras y los engaños que he edificado sobre mis hombros. Tengo miedo, “miedo” digo en voz baja para que no me escuchen y no dirijan sus flechas a mi rostro. “Miedo” digo en voz baja y escondido, para que nadie ponga en mí su manto blanco. Voy hacia el ostracismo para gritar miedo, terror, desesperanza y  falta de calma. Disfrazo lo inevitable de alegría y serenidad, pero en el solipsismo  encuentro amaneceres sin sol ni nubes. El futuro es desesperante; cualquier relación entre seres vivos, son vínculos de poder.  Cualquier súplica me sirve para creer.

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