domingo, 14 de noviembre de 2010

Noche 1ª



Noche mía, no me dejes solo con mis miedos. Acompáñame en esta sesión. No me dejes 
solo hasta que llegue mañana. Ese mañana que me aterra.
Tú eres mi cobija en el frio, mi colaborador en las juergas etílicas y por sobre todo, mi madre 
que me abraza cuando no sé qué hacer.
Noche, no me dejes solo, no dejes que la mañana se acerque y me obligue a salir 
 de mi habitación.
 

Ya no son los mismos tiempos de ayer, ahora todo suena más y más confuso. No quiero ser el cliché pos-adolescente que aún busca su identidad. Pero mi principal problema ahora es la motivación. Por mí, estaría todo el día acostado leyendo, escuchando música y tocando guitarra. Pero el mundo real no es así. Tengo que levantarme temprano,  ir a una mediocre universidad con traumados profesores que nos adoctrinan en su incólume altar sagrado, cual tenemos que venerar. 

He tenido relativo éxito en las asignaturas (menos una), con un esfuerzo vulgar. No he visto el abismo en su esplendor, pero tengo fe que no será así. Me considero un alumno que destaca del montón,  por mi ímpetu al interactuar en clases, mis comentarios siempre dejan algo que deslumbrar. Pero si vamos al dato cuantitativo, mis notas son el fiel reflejo de mi esfuerzo académico. El término medio en el Aristotelismo.

Mañana es lunes, más de lo mismo, lo exactamente igual que todo el año. Ya son pocas las semanas que quedan y estoy ansioso por que llegue el fin y pueda cantar The end (The doors) en el patio trasero de mi casa con un jugo de piña y un cigarrillo de marihuana.

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